Si queremos que un/a niño/a adquiera o mejore la articulación de un determinado fonema debemos basar la intervención en la programación de “ejercicios motóricos” para que el/la niño/a lo interiorice perceptiva y sensorialmente.
En una intervención logopédica es muy importante que, tras conseguir articular el sonido anteriormente deficitario, se realice una buena etapa de generalización y automatización del fonema al lenguaje espontáneo. Es decir que el niño/a consiga integrar el sonido en sílabas, palabras, oraciones y posteriormente en su lenguaje oral.
¿CÓMO TRABAJAR LA ADQUISICIÓN DEL FONEMA /L/?
Antes de comenzar cualquier intervención a nivel articulatorio, debemos conocer la correcta posición del fonema a trabajar, como en este caso, el fonema /l/:
Las arcadas dentarias deben estar separadas, al igual que los labios. La punta de la lengua se apoyará ligeramente en los alveolos superiores y los bordes linguales en las encías de los molares, mientras pasa el aire al emitir el sonido.
Comenzaremos la intervención enseñando al niño/a el punto de articulación, empleando para ello diferentes elementos de apoyo visual y perceptivo. El “espejo” siempre va a ser un recurso adecuado para los/as logopedas, y más concretamente, en estos casos, pues que lo/as niños/as se miren cuando les estamos enseñando la correcta posición de la lengua para articular el sonido, además de que vean como lo hacemos nosotros/as es de gran ayuda, ya que no siempre tienen un adecuado control lingual.
Otro de los recursos que podemos utilizar y que además les suele gustar son, como no, “las chucherías”. Con ellas podemos marcar el lugar de apoyo de la punta lingual y de este modo los niños/as tendrán mayor capacidad perceptiva para apoyar la lengua en su lugar correcto.
Aunque si no queremos utilizar golosinas o no nos lo permiten, pues previamente debemos consultarlo con los/as padres, podemos emplear otras estrategias. Por ejemplo, con el uso de una pajita y un cepillo eléctrico para sensibilizar la zona de apoyo, colocando la pajita por la zona de mayor flexión en los alveolos superiores, mientras con el cepillo le damos vibración.
Estas pueden ser algunas de las estrategias o recursos que se pueden emplear para enseñar a los niños el lugar de apoyo de la punta lingual para el fonema /l/, ya que en la mayor parte de las ocasiones cuando los/as niños/as no lo articulan adecuadamente es porque tienden a sacar la lengua al emitirlo o porque no la elevan adecuadamente.
Por ello, otra de las estrategias empleadas, una vez les hemos indicado o enseñado el punto de articulación, será realizar secuencias automatizadas con dicho fonema, ejecutando la acción con el empleo de un pequeño depresor o lápiz que morderán mientras las emiten, y de éste modo, evitar la salida de la lengua.
Comenzando con las siguientes secuencias automatizas.
alá – aló – alú – alé – alí
olá- oló – olú – olé – olí
ulá – uló – ulú – ulé – ulí
elá – eló – elú – elé – elí
ilá – iló – ilú – ilé – ilí
lalá- laló – lalú – lalé – lalí
lolá – loló – lolú – lolé – lolí
lulá – luló – lulú – lulé – lulí
lelá – leló – lelú – lelé – lelí
lilá – liló – lilú – lilé – lilí
Una vez realice correctamente las secuencias automatizadas y las discrimine adecuadamente, pasaremos a realizar actividades de repetición de palabras o denominación de imágenes con el fonema en posición inicial, para posteriormente, emplear el fonema en posición media.
Podemos hacer juegos para que les resulte más atractivo a los/las niños/as, como pueden ser el juego del tren o del gusano, en el que a medida que emiten palabras con dicho fonema, deberán conseguir gomets hasta llegar a la meta.
Por último, introduciremos el fonema en posición final, pues los fonemas inversos tienen mayor dificultad articulatoria.
No es necesario ceñirnos a la repetición o denominación de imágenes o en el caso de que sean niños/as lectores, a la lectura de las mismas o frases, podemos encontrar una amplia variedad de recursos para motivarlos/as y facilitarles esta tarea, en ocasiones aburrida para ellos/as, utilizando juegos de palabras como “el dominó”, el juego de “la oca” o “los trabalenguas”. Pues cuanto más divertida les resulte la terapia mayor motivación tendrán, y por tanto, mayor capacidad de aprendizaje.
“Siempre intentando ayudar a mis pequeños/as campeones/as”.
Cristina Mesa Toste-Bello, logopeda